La presencia de las Sociedades Bíblicas en nuestro país se remonta al año 1818, en lo que se podría denominar como la época de los colportores. Durante esos días heroicos siervos de Dios recorrían ciudades, pueblos y campos con buena cantidad de libros que ofrecían en calles, plazas, mercados y caminos. Se trata de una época de dura intransigencia en que la distribución directa de las Sagradas Escrituras encontraba firme resistencia. Muchos de los colportores fueron a la cárcel, otros hallaron la muerte en el cumplimiento de sus labores misioneras. Fue ésta una época en que florecieron hombres como Francisco Penzotti, Diego Thompson, Andrés M. Milne y otros. Luego, a partir de 1962, se inició la época tercera en que a raíz del Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica abrió sus puertas a la circulación de las Sagradas Escrituras y empezó a colaborar con la Sociedad Bíblica en esta noble misión. Se trata de un período de gran reafirmación cristiana y sinceros anhelos de que el mensaje de la Biblia penetrara en cada corazón y así construir un mundo mejor. Se trata de una época de emocionante acercamiento entre las diversas iglesias en medio de un mundo dominado por la violencia y otros males.

Por lo que respecta a la presencia de las Sociedades Bíblicas en tierras paraguayas, Guillermo Milován en su libro La Biblia en el Paraguay, indica que fueron ingenieros ingleses que llegaban al país contratados por el Gobierno Nacional para la construcción del Ferrocarril del Paraguay, obra inaugurada el año de 1854. Al narrar estos hechos, dice Milován: “Eran fervorosos cristianos que traían entre sus enseres la infaltable Biblia, compañera inseparable del progreso, de la libertad, custodia fiel de los derechos del hombre. No eran ellos misioneros profesionales. Fueron hombres que venían acompañados de sus respectivas familias y en cuyos hogares había diariamente un altar de adoración, la lectura de las Escrituras que se reflejaba en la convivencia diaria“. (117)

Entre aquellos inmigrantes ingleses cabe anotar el nombre del doctor William Stewart, médico de cabecera del Mariscal Francisco Solano López. Se dice que el doctor Stewart donó el terreno para la construcción del primer templo anglicano construido en Asunción. Posteriormente, tanto la Sociedad Bíblica Británica como también la Americana enviaron sus primeros representantes al Paraguay. La primera en la persona del señor R. Corfield, el año de 1861. Correspondió al doctor Andrés M. Milne, padre espiritual de Penzotti, ser el primer representante de la Sociedad Bíblica Americana en tierras paraguayas, el año de 1864. Corfield recorrió varios lugares visitando a los pocos misioneros evangélicos que trabajaban en el país, vendiendo Biblias y buscando personas que quisiera dedicar parte de su tiempo a distribuir las Sagradas Escrituras. Milne traía dos propósitos inmensos: buscar la posibilidad de establecer una agencia bíblica en la ciudad de Asunción y tratar de iniciar la traducción del Nuevo Testamento al idioma guaraní.

Posteriormente llegaron los señores S. P. Corver, Alexander Rod y Giuseppe Brumati. Corver manejaba un depósito de Biblias el año de 1888 y contaba con la cooperación de ocho agentes voluntarios establecidos en las más importantes ciudades de la nación. Al hablar de él, nos dice Milován: “Impulsó con mucho celo esta tarea hasta el año de 1899. Su labor fue intensa e impulsó grandemente la distribución de las Escrituras especialmente a través de los misioneros evangélicos“. (118). Rod, de nacionalidad suiza, visitó el Paraguay los años de 1878-1879 y logró colocar 63 Biblias, 1053 ejemplares del Nuevo Testamento y 223 de los evangelios. En su informe habla del anhelo del pueblo para obtener la Biblia y del poco dinero que poseía por causa de las continuas guerras lo cual lo obligó a rebajar los precios de los libros, a regalarlos en algunas ocasiones.

Brumati trabajó en Paraguay y además en Argentina, Brasil y Uruguay. Fue un viajero incansable cuyo nombre lamentablemente ha sido olvidado. En sus viajes ofrecía especialmente la versión de las Escrituras hecha por el doctor Felipe Scío de San Miguel, tal como 60 años antes lo hizo Diego Thompson. En Paraguay, Brumati trabajó especialmente en las ciudades de Asunción, Concepción y Villa del Rosario. En cada lugar visitado era por lo general bien recibido y las gentes le pedían quedarse más tiempo con ellos a fin de que les explicar más ampliamente las Sagradas Escrituras.

Casi en forma simultánea, quizás por los informes de los colportores, las juntas misioneras de las iglesias evangélicas en Inglaterra y Estados Unidos empezaron a enviar misioneros al Paraguay. Los primeros fueron los anglicanos llegan en 1887, luego los metodistas en 1888. Los luteranos llegaron en el año de 1893. A mediados de 1900, la Misión Anglicana envía sus primeros misioneros al Chaco, entre los que se incluye al Dr. John W. Lindsay quien fue el traductor del primer Nuevo Testamento en Guaraní. Fue traducido directamente del griego y publicado por la Sociedad Bíblica Británica. Posteriormente los iniciadores del trabajo hoy conocido como Nuevas Tribus, en 1895, los adventistas en 1906, los hermanos libres en 1910, los bautistas en 1912 y Asambleas de Dios en 1936.

Casi en forma simultánea, quizás por los informes de los colportores, las juntas misioneras de las iglesias evangélicas en Inglaterra y Estados Unidos empezaron a enviar misioneros al Paraguay. Los luteranos llegaron el año de 1893, los anglicanos en 1887, los metodistas en 1888, los iniciadores del trabajo hoy conocido como Nuevas Tribus, en 1895, los adventistas en 1906, los hermanos libres en 1910, los bautistas en 1912 y Asambleas de Dios en 1936. A partir de esta última fecha fueron llegando otros misioneros de doctrina pentecostal como Iglesia de Dios, Gracia y Gloria, Plenitud, Filadelfia, Nuevo Pacto, Rayos de luz, Pentecostal Unida, etcétera, todas ellas en pleno crecimiento.

Además de los visitantes antes mencionados -R. Corfield, Andrés M. Milne, S. P, Carver, Alexander Rod, Giuseppe Brumati- justo mencionar los nombres de otros portadores de la Palabra en tierras paraguayas. Entre ellos están Juan Pablo Aroa, paraguayo, convertido al evangelio en Brasil. Aroa, al regresar a su patria, el año de 1888, predicaba el evangelio al aire libre especialmente en Acahay -Yeguarizo. Músico de profesión, tocaba la guitarra para llamar la atención de las personas, luego alternaba la lectura de la Biblia con sones populares. Juan Ysseldyk, también colportor, llegó al Paraguay casi el mismo día en que los insurgentes se posesionaron de Humaitá y se vio obligado a abandonar el país después de haber regalado los libros. Al hablar de este ilustre siervo de Dios, afirma Milován: “1905. Lograda la paz Ysseldyk regresa de inmediato para proseguir su trabajo. La distribución de la Biblia en aquellos días es difícil y escasa y está relacionada directamente con la marcha de las pocas iglesias evangélicas que en aquella época había en el país“. Ysseldyk, después de aquella segunda visita, regresa por tercera vez al Paraguay, visita Villa del Pilar, Encarnación, Hohenau y Carmen del Paraná. En camino a la capital distribuye las Escrituras en numerosos pueblos. En Campo Grande fue bien recibido y la gente tenía muchos anhelos de oír la  exposición de la Palabra. Se dice que en esta gira que duró 18 meses dejó algo más de 4.000 libros en manos de sus lectores.

En cuatro ocasiones, a partir de 1908, don Francisco G. Penzotti visitó las ciudades de Asunción, Villarrica, Paraguarí, Concepción y Belén. Como era su costumbre visitó diversas casas y, además, ofreció las Escrituras en plazas, calles y mercados. Se dice también que en algunos lugares visitados dejó amistades a quienes encargó la misión de distribuir las Escrituras entre personas interesadas en ellas. Desde Buenos Aires les hacía envíos de libros por correo.

En 1969 se creó la Sociedad Bíblica del Paraguay, ya independiente de la del Uruguay. Para éste último país siguió como secretario ejecutivo el pastor Guillermo Milován y para el Paraguay fue elegido el señor Luis Angel Perito, muy apreciado líder cristiano. La instalación del nuevo ejecutivo tuvo lugar en un culto solemne celebrado el 30 de junio del citado año. El acto fue presidido por el doctor Alfonso Lloreda, secretario regional de Sociedades Bíblicas Unidas, por Guillermo Milován y la Junta de directores de la Sociedad Bíblica Nacional. Perrot dio gran impulso a los cursillos Penzotti. Cooperaron con él en calidad de promotores los señores José Araya Guerrero, José Labeeuw y Pedro Escobar. En estos días se inició la cooperación de la Iglesia Católica con la Sociedad Bíblica Paraguaya. En primer informe acerca de éste importante hecho: “La Iglesia Católica está recibiendo la Biblia. La venta pública y la exposición realizadas en Villarrica fueron autorizadas por el alcalde y por el obispo católico de la ciudad. El éxito fue notable, por lo cual damos gracias al Señor“.

Grande ayuda para la obra bíblica prestaron también las pequeñas lanchas que utilizaban los misioneros y colportores para llevar las Sagradas Escrituras al interior del país. Este sistema fue iniciado en Paraguay por los Hermanos Libres en 1911, en una pequeña lancha cuyo nombre no hemos logrado conocer. Posteriormente aquella modesta embarcación fue reemplazada por otras de mayor calado. “El Alba”  fue la primera. Posteriormente esta fue reemplazada por “El Mensajero”. En ella misioneros y colportores surcaban los grandes ríos, que no son pocos en Paraguay, anclaban en cada caserío o ciudad, ofrecían las Sagradas Escrituras y predicaban al aire libre en forma especial. Todos ellos se caracterizaban por su amor en la distribución de la Biblia. Junto a la lancha, ya en tierra, hicieron gran contribución también los Coches Bíblicos.  Uno de ellos fue el de William Kiehl, de origen alemán, casado con una dama paraguaya. Este hombre de Dios recorrió intensamente el país hasta el año de 1919, logrando la distribución de 612 libros en el año 1916; 5881 libros en el año 1917; 4020 libros en el año 1918 y 3378 libros en el año 1919. Kiehl vendía el Nuevo Testamento en español y Guaraní. Su coche bíblico era tirado por bueyes con tan mala suerte que no pocos de aquellos primitivos “motores” morían a lo largo del camino y tenían que ser reemplazados por otros. Trabajo duro y costoso fue éste si se tiene en cuenta la pobreza del pueblo donde había que dejar los libros a cambio de comida, hospedaje y otros productos de la región, todo por falta de dinero.

En aquellos días funcionaban dos agencias bíblicas en Paraguay. Una de ellas, atendida por el misionero José Martin, tenía oficinas en Asunción bajo los auspicios de la Sociedad Bíblica Americana, la otra atendida por el misionero Benjamín G. Hay, tenía en Villarrica su centro de operaciones. Ambas desarrollaban sus ministerios con gran celo y esfuerzos ejemplares ya por medio de lanchas, coches bíblicos, las iglesias locales y los Institutos Bíblicos que allí existían. Uno de estos planteles estaba en la ciudad de Villa Rica bajo la dirección del pastor Ladislao Ramírez quien preparó a los estudiantes para realizar obras de colportaje durante las vacaciones. Además se hacía obsequio de Biblias a soldados del ejército paraguayo como también a los de Argentina, Brasil y Uruguay durante la guerra de la Triple Alianza. Igual se hizo en los días del conflicto del Gran Chaco, territorio que se disputaban Bolivia y Paraguay. Y no faltó la distribución de Biblias en hospitales, escuelas y otros centros colectivos. Aquí nuevamente la figura del Dr. John William Lindsay fue significativa ya que durante la guerra del Chaco, coordinó la ayuda del Hospital Militar de Guerra en Concepción, brindando un importante aporte a los soldados.

Gracias a aquellos esfuerzos, esporádicos al principio, permanentes después, surgió la Sociedad Bíblica del Paraguay, hoy con Personería Jurídica y ampliamente conocida y respetada. Entre los grandes líderes que trabajaron para alcanzar esta realidad está el nombre de don Pablo Penzotti, hijo de Francisco, quien en 1942 en su calidad de secretario general de la Agencia Bíblica del Río de la Plata, vio la necesidad de establecer una Agencia Bíblica permanente en Asunción. Penzotti murió el año de 1946 sin que sus planes se hubieran hecho realidad. No obstante su sucesor, doctor Carlos W. Turner, los puso en marcha, con el nombramiento del pastor Enrique V. Molina como agente de la Sociedad Bíblica para el Paraguay. Molina visitó intensamente a todas las iglesias y las estimuló a compartir la Palabra de Dios con las comunidades cercanas a sus templos. Además, echó las bases para la compra de una casa para oficina y depósito, lo cual consiguió antes de su retiro, el año de 1959.

Molina impulsó tanto la distribución de las Escrituras que en el año de su retiro alcanzó a distribuir 44.712 ejemplares, mucho para el país y para aquellos días. A continuación las cifras anuales alcanzadas durante sus cuatro años de labores:

  • año de 1947: 3.308 ejemplares;
  • año de 1948: 5.498 ejemplares;
  • año de 1949: 7.090 ejemplares y, por último,
  • año de 1950: 44.712 ejemplares.

Como se ve, el crecimiento es encomiable en aquellos días. No obstante, en la enseñanza impartida a las iglesias como divulgadoras de la Palabra está la mayor contribución del pastor Molina a la causa bíblica paraguaya. Por breve tiempo y en forma interina, el pastor Pedro Ruiz Díaz Ocampo, ocupó el cargo al cual, pese a los pocos meses de servicio, dio un impulso ejemplar. Díaz Ocampo siguió el ejemplo de su antecesor: visitó las iglesias en forma intensiva, les predicaba tanto en castellano como en guaraní, idiomas que dominó a perfección y, además impulsó los trabajos de una traducción de las Escrituras al guaraní.

Corría el año de 1951 cuando, en el mes de noviembre, el doctor Turner instaló a don Guillermo Milován como secretario ejecutivo de la Agencia Bíblica Paraguaya. Apasionado de la causa bíblica y profundamente enamorado del país, Milován inició labores lleno de optimismo. Todo vino en su ayuda: su juventud, el interés en la iglesia, la casa adquirida para oficinas y depósitos, el interés de las casas matrices en Nueva York y Londres para el suministro de Biblias. No defraudó el nuevo secretario a la naciente organización. Como orador elocuente y profundamente bíblico fue invitado para diversas campañas de evangelismo en diversos lugares del país, lo cual le ayudó a promover ampliamente el estudio y la difusión de las Escrituras. Tres colportores trabajaron bajo su dirección: Hermenegildo Martínez, Vicente López y Juan Segovia. Ellos se instalaban en pleno centro de Asunción y comenzaban a ofrecer la Biblia como quien vende el periódico. En aquellos días las Biblias no tenían tiempo para estar en el depósito. Salían del correo central en forma directa a la calle. Como resultado las iglesias crecen y se organiza el Día de la Biblia en cada una de ellas.

Milován estuvo tres años como secretario ejecutivo de la obra bíblica en el Paraguay. En el informe presentado a fines de 1954, año de su retiro, marcó 75.190 ejemplares. Al retiro de Milován la Agencia Bíblica siguió bajo la dirección del pastor argentino Marcelo Pérez Rivas cuyo ministerio, pese a su brevedad, fue amplio. Al retiro de Pérez Rivas, en 1955, los misioneros Byron Spice y Paul Anderson, de la Iglesia de los discípulos, cooperaron con Máximo Colman y Benigno González en la administración de la oficina. En estos días la Agencia Bíblica de Río de la Plata, con sede en Buenos Aires, Argentina, se dividió en dos. La primera se organizó como Sociedad Bíblica en la República Argentina y la segunda, con sede en Montevideo, se encargó de la obra en Uruguay y Paraguay. En este último país, el señor Benigno González asumió el cargo de agente general, hombre de gran actividad que supo dar a la obra bíblica un gran impulso.

Una adquisición, innegablemente valiosa, se obtuvo con el nombramiento de don Pedro O. Mysdke, enviado por la Sociedad Bíblica de Noruega para asumir la dirección de la Agencia en Uruguay y Paraguay. Bajo la sabia administración del señor Mysdke, tuvieron lugar los siguientes hechos muy importantes: Adquisición de un edificio para oficinas y depósitos en pleno centro de la ciudad de Asunción de un edificio para oficinas y depósitos en pleno centro de la ciudad de Asunción, lo cual dio gran impulso a la obra. La nueva sala y oficinas fueron inauguradas el 5 de enero de 1962. Mysdke estableció su residencia en Montevideo y bajo su dirección volvió a ocupar el cargo de administrador el señor Pedro Ruiz Díaz Ocampo. En aquellos días se intensificó en Paraguay, como en toda la América Latina, la obra de distribución masiva de las Sagradas Escrituras. En esta labor la Sociedad Bíblica en Paraguay recibió el amplio y eficaz apoyo del Instituto Francisco G. Penzotti, bajo la dirección del reverendo Kenneth Bystrom.

Después de siete años de fecunda labor, el señor Mysdke regresó a Noruega. El primero de enero de 1966, el pastor Guillermo Milován vino a ocupar el cargo. Bajo su dirección se organizó, en mayo de 1966, la Junta consultiva con representantes de diversas iglesias. Como presidente fue electo el doctor Antonio Barrat, de la Iglesia Anglicana, como vicepresidente el pastor Alberto Enns, de la Iglesia Menonita y como secretario, el profesor Carlos Torres de la Iglesia de los hermanos. Un año después, mayo de 1967, se reunió en Asunción la Convención Nacional Constituyente con el objeto de estudiar una nueva Constitución para el país. Con este motivo, la Sociedad Bíblica se hace presente y entrega a cada miembro de la Honorable Asamblea un ejemplar de la Bíblica en fina encuadernación. La entrega fue hecha por los señores Benigno González y José Araya Guerrero. Sobra decir que la prensa nacional destacó tan importante acto.

El año de 1967 tuvo lugar la dedicación de la nueva Casa de la Biblia, ubicada en la calle 15 de Agosto, número 654 de Asunción. La compra fue hecha con fondos obtenidos de la venta del antiguo local, y con ofrendas hechas por las iglesias locales. Aquel día memorable un gran desfile de personas marchó desde el Colegio Internacional hasta la casa de la Biblia y en un culto solemne se dedicó el nuevo edificio como un testimonio de amor a la Palabra de Dios y al pueblo paraguayo.

En el año 1975, en fecha 26 de Julio la Sociedad Bíblica Paraguaya obtiene su propia personería jurídica y se establece como oficina independiente dentro de las Sociedades Bíblicas Unidas.