«Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.» (Oseas 11.3-4).
El fuego amenazaba con destruir todo el bosque. ¡La situación se había vuelto incontrolable! Mientras helicópteros y aviones especiales arrojaban agua sobre la zona del incendio, el guardabosques salió con su vehículo por los senderos en un intento de rescatar a quienes estuvieran atrapados.
De pronto vio un cervatillo rodeado por el fuego. ¡No podía salir por su cuenta! Entonces, el valiente cuidador se bajó y corrió a través de las llamas, tomó al animalito entre sus brazos y lo salvó de una muerte segura. Pero al parecer el pequeño ciervo pensó que el hombre quería atraparlo, y empezó a hacer movimientos bruscos para librarse. Tanto luchó que por fin logró tirarlo al piso y salir corriendo de nuevo hacia las llamas.
«¡Pobrecito!» —dijo para sí el guardabosques mientras presenciaba con tristeza la muerte del animal— «No entendió que mi abrazo era un abrazo de amor para librarlo de morir entre las llamas.»
Y pensar que hay personas que ven a Dios de la misma manera: no comprenden que sus enseñanzas y consejos son abrazos de amor para ayudarlas a vivir de manera libre, plena y feliz. ¡Librarlas de una vida sin sentido!
Sumérgete: ¿Cómo nos imaginamos a Dios? ¿Cómo alguien que quiere limitar nuestra libertad? Leamos la Biblia cada día y conozcamos cómo es Dios en realidad: qué piensa, cuáles son sus sentimientos y qué desea para nuestras vidas.
Este articulo ha sido tomado de “Vive la Biblia”, sitio web de las Sociedades Bíblicas Unidas.